Balam Un jaguar explora su hogar en la península de Yucatán, la cual alberga el 50% de la población de jaguares de México. © Fernando Constantino Martínez Belmar /TNC Photo Contest 2019

Informe Anual 2019

Lecciones de la Selva Maya

Abordar uno de los mayores desafíos de la humanidad —encontrar formas sostenibles de alimentar a una población mundial en rápido crecimiento— es la gran oportunidad de América Latina. Pero también es una de nuestras mayores pruebas. Debemos equilibrar el aumento de la producción con una huella agrícola contenida. Debemos evitar dañar las zonas ambientalmente sensibles y aumentar la capacidad productiva de las tierras ya cultivadas.

La Península de Yucatán en México es un microcosmos de este desafío. Si bien Yucatán es conocida por su esplendor ecológico y cultural —la atracción de los exuberantes bosques tropicales donde rondan los jaguares y las antiguas ruinas de la civilización maya se alzan sobre el dosel de los árboles—, la región pierde más de 80.000 hectáreas de bosque cada año, en su mayor parte debido a la ineficiente conversión agrícola que perpetúa un ciclo de deforestación, agotamiento del suelo y pobreza. Una mirada atenta a las prácticas ancestrales de la región revela que no tiene por qué ser así. En efecto, es posible aumentar la producción de alimentos al tiempo que se protege el bosque, se lucha contra el cambio climático y se ofrecen oportunidades para que las comunidades agrícolas prosperen en el proceso.

Los mayas saben que el bosque es tan esencial para su producción de alimentos como las semillas o el suelo. A lo largo de cuatro milenios, han cultivado el suelo rocoso y poco profundo variando entre diversos cultivos en todo el terreno para ayudar a los bosques y los suelos a regenerarse. Este antiguo sistema de cultivo, conocido como “milpa”, se describe como un “jardín forestal”, una parcela sin arar, dominada por los árboles, que se cultiva durante todo el año para producir plantas para alimento, albergue y medicina. Hasta el día de hoy, la milpa proporciona seguridad alimentaria y medios de vida a las poblaciones rurales, principalmente mayas. También proporciona una base para aumentar la resiliencia frente a la deforestación y las amenazas climáticas. 

El trabajo de The Nature Conservancy en Yucatán involucra a comunidades mayas, productores, instituciones de investigación, empresas privadas y agencias gubernamentales. Hemos adoptado lo que ha funcionado durante milenios e incorporamos tecnología de avanzada y conocimientos científicos para crear prácticas que respondan a nuestros desafíos actuales. 

Quote: Clemente Kinil Chan

Para mí, el bosque es vida. Es nuestro oxígeno, nuestra agua, nuestro sustento. Donde no hay bosque, no hay vida.

AGRICULTOR MAYA

En nuestro trabajo con los agricultores y ganaderos de Yucatán, TNC ha visto de primera mano los beneficios de las prácticas sostenibles que se basan en técnicas locales ancestrales y se apoyan en la cartografía y la planificación del uso del suelo modernas. Hemos visto que el número de vacas por hectárea se ha quintuplicado, la producción de leche se ha duplicado y el rendimiento de los cultivos ha aumentado en más de un tercio. Las pequeñas operaciones agrícolas crecen y los ingresos familiares aumentan. Y todo ello sin necesidad de talar nuevos bosques. 

Actualmente, TNC está ampliando estas prácticas sostenibles a través de las Redes de Innovación Territorial, que permiten a los agricultores locales demostrar y reproducir métodos de manejo de la agricultura y el paisaje que han demostrado impulsar tanto la productividad como la protección de los bosques. Las redes facilitan el intercambio de conocimientos y buenas prácticas en sistemas de producción sostenible, conectando a los productores con la ciencia, la investigación, los servicios de extensión rural y los mercados. Hasta la fecha, hemos involucrado a casi 1.000 productores en 42 comunidades de todo Yucatán en la ganadería sostenible, la agricultura regenerativa, la apicultura y la silvicultura. 

El momento de innovar para la naturaleza nunca ha sido más crítico.

Este informe demuestra cómo The Nature Conservancy está respondiendo a este desafío no solo en el ámbito de la alimentación en el mundo, sino a través de tierras, ríos, océanos, cambio climático y ciudades.